Independencia, pertenencia e identidad

Hoy quiero pensar sobre estos tres conceptos que en mi universo mental se dan la mano, y que, en el contexto cultural mexicano, en el mes patrio, para celebrar el grito de la independencia pueden ser una semilla de reflexión.

Sonrío ante mi propia osadía de hablar sobre el sentido de la independencia mexicana, siendo extranjera.

Sin embargo, mi intención no es hacer política, sino más bien, invitar a la introspección personal.

En los inicios de la humanidad, los seres humanos vivían en pequeños grupos o clanes. En este tiempo, el individuo aún no se reconoce como tal. Es decir, primero fue la tribu y luego fue el Yo.

Primero, tuvimos una conciencia grupal, luego fuimos reconociéndonos como un “yo independiente”.

Esta conciencia del Yo individual también ha ido evolucionando a lo largo de la historia. Siempre muy cercano culturalmente al concepto de tribu, pueblo, nación.

Éramos nosotros (yo + otros yo como yo) y ellos. Siempre nosotros superiores a los otros.

¡Cuánta división y polaridad ha generado esta concepción del individuo!

  • Ciudadanos y esclavos
  • Blancos y negros
  • Occidentales y orientales
  • Ganadores y vencidos
  • Hombres y mujeres

Cuando nuestra identidad se construye en la pertenencia a un grupo, renunciamos a la conexión con otros grupos diferentes. Dejamos de lado, inconscientemente la reflexión personal para poder elegir en libertad lo que realmente nos puede gustar, podemos admirar en otros grupos que “no son el nuestro”.

En cierta medida, pertenecer a un grupo, nos quita posibilidades de libertad.

Es verdad, que pertenecer a un grupo, nos da seguridad y protección, sin embargo, el precio a pagar por la inclusión es la pérdida inconsciente de la identidad que se va construyendo día a día en un trabajo de reflexión personal.

Por eso, en el marco de esta fiesta mexicana de la independencia, nos invito a reflexionar sobre estas cuestiones:

¿Qué significa la independencia?

Los pueblos que celebran la independencia recuerdan la lucha por obtener la libertad, frente a “los otros” que los mantenían sometidos en su propia tierra.

En México, se celebra la independencia de los españoles, que llegaron y se apropiaron, de la tierra y la riqueza y dominaron a los pueblos locales, con la superioridad de las armas.

La independencia es la proclamación de la soberanía mexicana, frente a los otros.

En un contexto globalizado como el que hoy vivimos, yo me suelo preguntar ¿Qué sentido tienen las proclamaciones de independencia?

Cuando la crisis planetaria nos invita a construir rutas de cooperación, colaboración, circularidad de bienes y servicios, ¿es necesaria la independencia?

Yo digo que sí, sin embargo, la independencia por la que abogo es una independencia que nace de la capacidad de autogestionar la vida con madurez y responsabilidad personal.

Una independencia que surge del desarrollo personal y de una vida con sentido y propósito.

Considero que este tipo de independencia posibilita la interculturalidad, facilita los vínculos intergeneracionales, promueve la diversidad y la inclusión, es amiga del respeto a la otra persona en su propia independencia, tal vez sea mejor decir en su propia originalidad creativa, porque todos somos artistas de nuestra existencia y actores protagonistas en la obra del vivir.

Desde este enfoque de la independencia, si podemos hablar de la creación de vínculos con otros y del sentido de pertenencia.

En el siglo XXI ¿Qué quiere decir pertenencia?

Si cambiamos el sentido de la identidad, también hemos de transformar el de pertenencia.

La pertenencia es un valor que se elige y vive porque hay acuerdo de valores y reglas del juego con el grupo de pertenencia.

Por eso, la pertenencia ya no puede entenderse como un derecho de nacimiento, ni como algo para toda la vida.

Podemos pertenecer a un grupo político, cultural, religioso, social, recreativo y por diferentes circunstancias dejar de pertenecer. Lo importante, es saber porqué pertenecemos y ser congruentes con nuestros valores personales para seguir o dejar de pertenecer.

La pertenencia es una elección. Cuando cambiamos nuestras ideas, expectativas, valores, objetivos y sueños vitales, puede cambiar nuestro sentido de pertenencia y podemos elegir dejar de pertenecer y buscar otro grupo que concuerde más con nuestros propios cambios existenciales.

La misma familia como grupo primario de pertenencia, que sería probablemente el único grupo que se nos regala al nacer, también va cambiando con el tiempo, en cuanto a la manera en la que nos vinculamos con ella, porque la pertenencia se construye día a día en las relaciones.

Reflexionar sobre la independencia y la pertenencia, me lleva a hacerme una última pregunta:

¿Qué es para mí la identidad?

La identidad es el “yo soy”. De la misma manera que independencia y pertenencia son dos conceptos cambiantes, la identidad también lo es, porque son conceptos vivos.

Realmente, lo más correcto sería decir “voy siendo”, porque somos proceso constante y permanente de transformación consciente y metaconsciente.

Mi identidad es mi esencia genuina, única, original, potencial y experimentada.

Mi identidad es mucho más que mis conductas y comportamientos.

Mi identidad se forja día a día en las experiencias y sobre todo en la reflexión y el aprendizaje que hago de las experiencias vividas.

Mi identidad cambia, se transforma, se modifica y a la vez es la misma de siempre. De tal manera que en la mujer que hoy soy, está la niña, la adolescente, la joven de ayer y la anciana de mañana.

Soy mi pasado, mi presente y mi futuro,

mis luces y sombras,

mis problemas y soluciones,

mis actos y deseos,

mis experiencias y sueños,

mis amores y desamores,

mis valores y creencias,

mis vínculos y soledades

Soy siendo

Creadora y criatura,

Obra y artista,

Humanamente divina,

Divinamente humana

Soy siendo y me pertenezco en libertad e independencia